Las elecciones presidenciales de Estados Unidos siempre han generado expectación, pero la incertidumbre sobre la fecha exacta en que se conocerá al ganador se ha incrementado en los últimos comicios. A diferencia de otras democracias, donde los resultados suelen ser rápidos y contundentes, el sistema electoral estadounidense, especialmente con el auge del voto por correo, introduce un factor de imprevisibilidad.
En 2016, Donald Trump supo en la madrugada del 9 de noviembre que había ganado los estados clave frente a Hillary Clinton. Sin embargo, la situación contrastó drásticamente cuatro años después. Las elecciones de 2020, celebradas el 3 de noviembre, vieron a Joe Biden proclamado vencedor cuatro días más tarde, debido al lento recuento de millones de votos por correo, un método que se popularizó exponencialmente durante la pandemia de COVID-19.
Esta demora en la proclamación del ganador ha generado debate y preocupación. No obstante, Cristhian Mancera, concejal del Distrito 11 del condado de Miami-Dade, se muestra optimista: «Los resultados, en esta oportunidad, creo que van a ser entregados mucho más rápido. La experiencia de 2020 enseñó que hay que ser muy eficaces».
Si bien reconoce que algunos estados tardarán más en reportar sus resultados, Mancera confía en que una vez que se cuenten los votos, el escenario sobre quién será el próximo presidente de los Estados Unidos quedará bastante claro. La expectativa, por tanto, no radica en una fecha precisa, sino en la rapidez y eficiencia del proceso de conteo, aprendiendo de las lecciones de los últimos comicios.
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