La carrera electoral hacia la Casa Blanca ha sido sacudida por una serie de eventos sin precedentes: dos intentos de asesinato contra el expresidente Donald Trump, la renuncia de Joe Biden a la candidatura demócrata y dos debates con dinámicas contrastantes.
El primer atentado contra Trump se produjo el 13 de julio en Pensilvania, durante un mitin en un recinto al aire libre. Un hombre armado disparó desde una posición elevada, impactando en la oreja derecha de Trump y causándole una herida superficial. El atacante y un asistente al mitin murieron en el incidente. Aunque Trump fue hospitalizado, su salud no se vio comprometida y reanudó su campaña días después.
Este domingo, un nuevo intento de asesinato contra el expresidente tuvo lugar mientras jugaba al golf en Florida. Un hombre armado con un rifle AK-47 fue detenido por el Servicio Secreto antes de que pudiera disparar. Trump salió ileso, pero el incidente ha generado un nuevo nivel de preocupación por la seguridad del candidato republicano.
El clima de tensión electoral se intensificó aún más con la renuncia de Biden a la candidatura presidencial el 21 de julio. La decisión se produjo unas semanas después de un debate con Trump, en el que el entonces candidato demócrata mostró signos de confusión y dificultad para articular sus respuestas. Los analistas interpretaron la renuncia como una consecuencia de su desempeño en el debate.
La vicepresidenta Kamala Harris fue nominada como candidata presidencial demócrata, lo que configura un enfrentamiento histórico: la primera mujer, afroamericana y asiática en aspirar a la presidencia contra un expresidente condenado por ideas racistas y actitudes misóginas.
El primer y único debate entre Harris y Trump se produjo el 10 de septiembre, con una confrontación intensa sobre política exterior, cambio climático y justicia racial. Las encuestas posteriores indicaron que Harris fue percibida como la ganadora, especialmente entre los votantes más jóvenes y las minorías.
La campaña hacia las elecciones del 5 de noviembre se ha convertido en una de las más impredecibles y sobresaltadas de la historia reciente de Estados Unidos, marcada por la violencia, la incertidumbre y la tensión política.
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