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La representación drag queen de la ‘Última Cena’ en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París ha desatado una ola de críticas en Italia, especialmente entre los líderes de la extrema derecha.
Matteo Salvini, líder de la Liga, fue uno de los primeros en expresar su indignación, calificando la representación como un «mal comienzo» y un «insulto a miles de millones de cristianos». Acompañó su mensaje con un fotomontaje que comparaba la obra de Leonardo da Vinci con la performance drag, generando un intenso debate en las redes sociales.
Los Hermanos de Italia, partido de la primera ministra Giorgia Meloni, tampoco se quedaron al margen. Tommaso Foti, jefe de la formación en el Senado, consideró que esta representación simboliza «el crepúsculo de Occidente». Otros líderes del partido, como Lucio Malan, aprovecharon la ocasión para criticar el trato recibido por el presidente italiano, Sergio Mattarella, durante la ceremonia.
La polémica ha puesto de manifiesto las profundas divisiones existentes en la sociedad italiana sobre temas como la religión, la cultura y la libertad de expresión. Las redes sociales han amplificado el debate, convirtiendo esta representación en un tema de discusión a nivel internacional.
Expertos en arte y miembros de la comunidad LGBTQ+ han defendido la representación drag queen como una forma de expresión artística y una celebración de la diversidad. Sin embargo, los críticos argumentan que esta representación es blasfema y ofensiva para los creyentes.
Este incidente plantea interrogantes sobre los límites de la libertad de expresión y sobre el papel de las artes en la sociedad contemporánea. Además, refleja las tensiones existentes entre los valores tradicionales y las nuevas formas de expresión artística.»
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