
Enmanuel Valdez, un joven intermedista de los Medias Rojas de Boston, representa una excepción entre los peloteros latinos. A diferencia de muchos que ven en el béisbol una forma de escapar de la pobreza y mejorar la situación económica de sus familias, Valdez ha construido una exitosa carrera sin perder de vista sus raíces y valores.
Hijo de dos profesores dominicanos que priorizaron la educación, Valdez recuerda que «lo primero en casa era las clases» y que nada era más importante que él y sus hermanas cumplieran con sus deberes escolares. Sus padres, Humberto y Cristina, se aseguraron de que sus hijos tuvieran una sólida formación académica desde una edad temprana.
A pesar de haber firmado millonarios contratos en las Grandes Ligas, Valdez se ha negado a brindar apoyo económico a sus padres, quienes continúan trabajando y rechazando cualquier ayuda. «Ellos me dicen que eso es mío, que no necesitan nada mientras estén trabajando», afirma el pelotero.
En cambio, Valdez ha centrado su apoyo en sus dos hermanas, a quienes considera «las dos joyas más preciadas de la casa». Esta decisión refleja su generosidad y su profundo sentido de responsabilidad familiar.
La historia de Enmanuel Valdez es un ejemplo inspirador de cómo el éxito deportivo puede ir de la mano con valores como la humildad, la gratitud y el compromiso con la familia. Su trayectoria demuestra que es posible alcanzar la cima sin perder de vista las raíces y los principios que nos han formado.
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